Tenemos muchas palabras
para dar la bienvenida o para decir adiós.
palabras para acoger o alejar
para perdonar o reprochar,
para tranquilizar o confundir
para bendecir o maldecir
persuadir o disuadir
para estimular o humillar
para reconocer o ignorar
para liberar o someter
motivar o hundir
sanar o herir
…La lista no tiene fin.
Las palabras no son inocuas, todo lo contrario tienen el poder de abrir o cerrar posibilidades.
Lo importante es que hay palabras liberadoras al alcance de todos algunas de las declaraciones fundamentales son No, Sí, No sé, me Perdonás y Gracias, Declaraciones fundamentales en la vida, según Rafael Echerverría.
El «No» que limita y contiene
La declaración del «no» tiene que ver con nuestra capacidad para poner límites y define el respeto que tenemos a nosotros mismos y el que vamos a exigir que los demás tengan por nosotros.
No es no y hay una sola manera de decirlo: No.
Sin admiración, sin interrogantes, sin puntos suspensivos.
No se dice de una sola manera.
Es corto rápido, monocorde, sobrio y escueto.
No se dice una sola vez con la misma entonación.
Un No que necesita de una larga caminata o
una reflexión en el jardín no es No.
Un No que necesita de explicaciones justificadoras, no es No.
No tiene brevedad.
No no deja puertas abiertas ni entrampa con esperanzas.
Ni puede dejar de ser.
No, aunque el otro y el mundo se pongan patas arriba.
No, es el último acto de dignidad.
No es el fin de un libro, sin más capítulos ni segundas partes.
No no se dice por carta, ni se dice con silencios, ni en voz baja,
ni gritando, ni con la cabeza gacha, ni mirando hacia otro lado,
ni con símbolos devueltos, ni con pena;
aún menos con satisfacción.
No es No.
Cuándo el No es No, se mirará a los ojos
y el No se descolgará naturalmente de los labios.
La voz del No no es trémula ni vacilante, no es agresiva,
no deja lugar a dudas.
Ese No no es una negación del pasado,
es una corrección al futuro.
Y sólo quién sabe decir No, puede decir Sí.
La fuerza del «Sí»
Todo comienza con un sí quiero que nos compromete. Un “sí” equivale a un “acepto”, y cuando lo decimos ponemos en juego el valor y respeto de nuestra palabra. Si no cumplimos daña la confianza. Es también una manera de abrirnos a la vida, sin miedo a la fecundidad.
La declaración del «No sé»
Declarar un no sé es el primer paso en el proceso de aprendizaje.
Perdonarnos y perdonar
Cuando no cumplimos con aquello con lo que nos hemos comprometido, o cuando sin proponérnoslo lo que hacemos hiere a alguien, entonces asumimos nuestra responsabilidad y lo hacemos diciendo «me perdonás».
El segundo acto declarativo es perdonar a quienes nos han hecho daño. Perdonar es un acto de liberación. Olvidar no depende enteramente de nuestra voluntad. En cambio perdonar, es una acción que está en nuestras manos.
Y muy importante, es preciso además poder perdonarnos a nosotros mismos. Tiene el mismo efecto liberador y hacerlo es una manifestación de amor a nosotros y a la propia vida.
Reconocer y dar gracias
Dar las gracias, un gesto que casi nunca es insignificante. Reconocer y agradecer cambia como nos sentimos supone en primer lugar, reconocer todo lo que nos ha sido dado y regalado. Es decir, admitir que algo valioso nos llega desde afuera. En segundo término que esto valioso que nos llega se nos da gratuitamente, es decir, sin esperar nada a cambio. Es un don, presente, un regalo, obsequio…(gratuito de Dios). Y, por último, que al ser agradecidos obtenemos tres beneficios: el primero es que hacemos conciencia de aquello que tenemos; el segundo es darnos cuenta de lo gratuito que ha sido tener las cosas más importantes que poseemos; y el tercero, es que haremos más abundantes los privilegios de nuestra vida. La acción de gracias es la respuesta a los dones de Dios. Es conciencia de los dones de Dios.
Entonces, va un ¡breve gracias y un extenso muchísimas gracias!
Referencia:
Echeverria, R. (2006). Ontología del lenguaje. Buenos Aires: Granica. Algunas Declaraciones fundamentales en la vida p.78-86.