Qué fascinante poder escuchar a uno de los psicólogos cognitivos más influyentes del mundo, pronto llega a Buenos Aires, en el día del maestro. Este canadiense, catedrático de Harvard tiene mucho que decirnos a los comunicadores. Tal cual, gran parte de lo que hacemos está orientado a persuadir, convencer e influir, sin embargo, sabemos bastante poco de todo este proceso. En su libro Cómo funciona la mente humana, Steven Pinker reflexiona sobre las ventajas adaptativas de las emociones y sobre como éstas no son sino un medio para conseguir nuestros objetivos. Continúa: podría argumentarse que las emociones también se fingen, pero no es una tarea fácil. Remata: “Las expresiones faciales son útiles cuando son difíciles de falsear. Y ciñéndonos a los hechos, son difíciles de fingir». Somos «detectores» de emociones de ahí que insistamos en hacer negocios en forma personal.
En una de sus presentaciones TED de este 2018, armado de un arsenal de datos respondió en forma positiva a la pregunta: El mundo ¿está mejorando o empeorando? Entonces, atribuye que la gente no percibe dicho progreso a dos cuestiones: El primero, que caratula como “la heurística de la disponibilidad”, la tendencia de basar la formación de un juicio, en la información que llega más fácilmente a la mente, es decir, cuando más accesible es un suceso, parecerá más frecuente y probable; cuanto más viva es la información, será más fácil de recordar; y cuanto más evidente resultará algo más causal (Plous, 1993).
Una segunda explicación puede estar dada por los relatos del periodismo. Dispara: “Una tabulación de palabras sobre emociones positivas y negativas en las noticias mostró que durante las décadas en las que la humanidad se volvió más sana, más rica, más sabia, más segura y más feliz, The New York Times se volvió cada vez más sombrío y las transmisiones de televisión también se fueron volviendo más morbosas”. En suma, tanto el sesgo cognitivo como la naturaleza de las noticias, colorea nuestra visión de la realidad.
Apasionado por el estudio del lenguaje (una de sus especialidades es la psicolingüística) y munido de estadísticas y datos duros para fundamentar sus argumentos sostiene que: la naturaleza humana también fue bendecida con recursos (…) Estamos dotados del poder de combinar ideas recursivamente, de tener pensamientos sobre nuestros pensamientos. Tenemos un instinto para el lenguaje, lo que nos permite compartir los frutos de nuestro ingenio y experiencia. Nos hacemos más profundos con la capacidad de solidaridad, de piedad, de imaginación, de compasión, de conmiseración. Estas dotes han encontrado el modo de magnificar su propio poder. El alcance del lenguaje ha sido aumentado por la palabra escrita, impresa y electrónica.
Para recuperar una mirada optimista del progreso de la humanidad, date una vuelta por el CCK, el 11 de septiembre; Leé su último libro En defensa de la Ilustración (traducido al castellano y publicado por Paidós); y si no podés tomate 15 minutos para ver esta Charla TED:
Vale la pena!
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