La fuerza del lenguaje simbólico (y su capacidad de redirección)¿la Identificación nos importa? 2da.parte.

La fuerza del lenguaje simbólico (y su capacidad de redirección)¿la Identificación nos importa? 2da.parte.

Antes en el posteo “La tradición retórica” remontamos el origen del término rhêtorikê a la democracia griega. Aristóteles la definió como la facultad de encontrar lo razonablemente persuasivo para argumentar en cada contexto (en cuestiones de índole política y social).[i] Algunos autores asocian la retórica con el estudio de la persuasión y la comunicación pública para la defensa de algo (Farrell, 1993, citado en Graig, 1999). Ahora, se retoma la evolución de su significado desde la perspectiva de Kenneth Burke (KB) que entiende a la retórica en términos de identificación–una precondición para que se de la persuasión. Para este prolífico y polifacético autor la retórica comienza con la acción simbólica. El lenguaje funciona como un vehículo para la acción. En otras palabras, entiende a los seres humanos como actores que utilizan el lenguaje para configurar la realidad. La propuesta dramatística de Burke y su concepción de ser humano como animal simbólico argumenta que los seres humanos usan símbolos para conceptualizar el mundo real. Además, sostiene que crean símbolos para nombrar cosas y situaciones. En línea con el interaccionismo simbólico, se enfoca en interpretar y comprender la acción social desde el punto de vista del actor.[ii]

¿Qué es lo que distingue a los seres humanos de los animales?

Según Burke (1966:16) “la esencia de la humanidad consiste en la creación, el uso y hasta el abuso de símbolos” En Definition of Man, el primer ensayo de su colección Language as Symbolic Action (1966) destacó que los símbolos contienen motivaciones para la acción.[iii] En segundo lugar, el hombre como animal que usa símbolos: es el inventor de lo negativo (‘acción’ involucra carácter, que involucra elección; y la forma de elección logra su perfección en la distinción entre opuestos–es decir las acciones que el ser humano lleva a cabo esconden una intención y una elección entre diferentes opciones (un significado simbólico) y no puede renunciar a esta capacidad de elección). En tercer lugar, la humanidad está separada de su condición natural por instrumentos que ella misma ha creado (en referencia a la cultura). En cuarto término, sostiene que el ser humano está incitado por el espíritu de la jerarquía o movido por el sentido del orden. Y, por último, acuñó el término “podrido con perfección”–que puede implicar que como esa actuación se produce en una conciencia de imperfección, las personas actúan y se comunican buscando redimir esa culpa por la brecha entre la realidad y la perfección (Burke, 1966, citado en Eisenberg y Goodall, 1997: 126).

La perspectiva retórica de Burke comienza con el concepto de “acción”

Burke estudió formas de acción que se desarrollan en un entorno interactivo en donde cualquier movimiento” es meramente actividad o comportamiento (y tiene lugar sin la intervención de la conciencia humana), y sólo se convierte en “acción”, frente a la elección y conciencia de la interacción humana. Esto quiere decir que el ser humano no puede renunciar a su capacidad de elección. Según Burke, en estas elecciones los seres humanos son capaces de crear la acción (Cooper 1989: 138). Los seres humanos sienten la necesidad de crear y usar símbolos “para identificarse cada uno y en particular y para solidarizarse y aglutinarse con los demás miembros del grupo político social coincide López Eire (2005:54).[iv]

 Sin identificación no hay persuasión

Solo persuades a un hombre en la medida en que puedes hablar su idioma

con el habla, el gesto, la tonalidad, el orden, la imagen, la actitud, la idea,

identificando tus formas con las suyas

Burke, K. (1950: 55).

El lenguaje desde esta perspectiva siempre contiene una carga emocional (no existen las palabras neutrales).  Las actitudes, juicios y sentimientos de las personas se filtran invariablemente en el uso que hacen del lenguaje.[v] Para este autor el lenguaje nos puede congregar o dividir. En esta paradoja se juega la esencia de la teoría de Burke. Cuando nos lleva a entender la realidad de un mismo modo se da lo que se conoce como identificación. Su contracara, es la separación o división (Littlejohn y Foss, 2011).

Se comparte una visión del mundo sólo mediante el uso de símbolos.

Por tanto, cualquier mensaje puede promover la identificación, presentando una visión del mundo que puede ser compartida por los receptores, o bien puede promover la división, presentando una visión del mundo que no es compartida por los receptores (Cooper, 1989: 158).

Burke entiende que la acción de la retórica se amplifica en los espacios de identidad, para lo cual ideó el término ámbitos ‘consubstanciales’ (en los se comparten ‘substancias’ comunes como la amistad, vecindad, creencias, valores, etc.). Reconoce, por tanto, el valor y la necesidad que estos espacios aportan a la construcción de la identidad ya que permiten unos escenarios en los que se lleva a cabo el compartir algo, y señala el valor de la amistad, la fuerza unitiva.[vi]

La retórica se refiere a las posibilidades que tienen los seres humanos de ser consubstanciales a través del lenguaje. La premisa central es que a mayor capacidad de compartir (es decir de superposición entre la substancia del hablante y del oyente) mayor será la identificación.

El mundo es un escenario

La teoría dramatística es una “invitación a considerar a las motivaciones desde la perspectiva del drama, es decir, tomando el lenguaje y el pensamiento, fundamentalmente, como un modo de acción (Burke, 1989: 146). El modelo de la retórica en KB parte de la premisa que la vida es drama en sentido teatral. Burke propone la “Péntada dramatística”, como un modelo de análisis de la acción humana. La vida aparece como una construcción dramática, con una serie de personajes con intenciones o metas que realizan acciones en contextos, empleando determinados instrumentos.A grammar of motives”, 1945,  sugiere que cualquier acción humana puede entenderse a partir de la sinergia de estos cinco elementos fundamentales:

(1)  Acto (Respuesta).

(2)  Escena (Situación–Contexto).

(3)  Agente (Sujeto–-Personaje).

(4)  Medios (Agency-Estímulo).

(5) Propósito (Intenciones, metas).

Estrategias retóricas

Burke entiende la retórica como «el uso de palabras por parte de agentes humanos para formar actitudes o inducir acciones en otros agentes humanos» (Burke, 1969: 41). Dentro de esta perspectiva, la identificación implica en al menos tres tipos de estrategias:

En primer lugar, el acto de nombrar algo crea realidades.

En segundo término, ubica a las estrategias vinculadas a la forma. En su obra Counter-Statement, Burke (1968:31) definió la forma de los mensajes como la “creación de un apetito en la mente del público y la correspondiente satisfacción de dicho apetito”. Dado que la forma es conceptualizada a partir de su efecto (psicológicos) en la audiencia, esto puede estar sugiriendo que la forma de los mensajes activa ciertas expectativas en la audiencia. Además, reduce las figuras retóricas (tropos) a cuatro fundamentales, a saber: la metáfora, metonimia, sinécdoque, e ironía (los 4 tropos maestros).

Por último, estrategias que buscan a través de la mistificación o espiritualización apelar a lograr la identificación a través de la trascendencia.

El lenguaje como acción simbólica

En suma, un recurso para escapar de la vivencia de “separatividad” y lograr la unión es la identificación. La perspectiva Burkeana asume que, para poder superar la culpa y la división, el ser humano busca formas de compartir intereses, experiencias y percepciones con otros, lo que se ha dado en llamar “consubstancialidad”. Y lo más importante, que a través del lenguaje es posible construir cohesión social (Quigley, 1998). Burke define la retórica como «el uso de palabras por parte de agentes humanos para formar actitudes o inducir acciones en otros agentes humanos» (Burke, 1969, p. 41). Y sugiere, además no pensar la retórica en términos de alguna orientación en particular, sino más bien como una serie de identificaciones que deben su fuerza persuasiva mucho más a la repetición trivial y el refuerzo diario aburrido que a una excepcional habilidad retórica.

Próximamente se abordará el impacto de esta concepción de la identificación de Kenneth Burke en el estudio de la comunicación organizacional y de las relaciones públicas.

 

[i]  Según la RAE designa al “arte del bien decir, de dar al lenguaje escrito o hablado eficacia bastante para deleitar, persuadir o conmover”.

[ii] Según…. Le dan importancia a lo simbólico como determinante de la conducta y que el mundo es constituido por la percepción y acción del individuo.

[iii] Para García Furrionerar (2010: 126), esto quiere decir, que los símbolos afectan el comportamiento de la persona, en el sentido que las palabras que se utilicen inducirán a ciertos comportamientos.

[iv] En este sentido, López Eire (2005) sostiene que el empleo de símbolos aplica e impone significados al mundo y a las diferentes actitudes, actividades y comportamientos político-sociales de los miembros de una comunidad. Expresa, además, que los símbolos son los medios a través de los cuales se realiza la interacción humana, y por ende la identificación.

[v] Burke considera que los seres humanos filtran la realidad a través de “pantallas terminológicas”­­ (simbólicas).

[vi] Consubstancialidad= mutuo entendimiento. Recuperado de: https://www.infoamerica.org/teoria/burke1.htm

Referencias

Broncano, F. (2016). Recuperado de : http://laberintodelaidentidad.blogspot.com/2016/

Burke, K. [1950]. A Rhetoric of Motives. New York: Prentice Hall.

Burke, K. (1966). Language as symbolic action. Berkley y Los Angeles: University of California Press.Burke, K. (1969). “Four Master Tropes,” (Appendix D). En A Grammar of Motives. Berkeley: University of California Press, 503–517.

Cheney, G. (1983). The rhetoric of identification and the study of organizational communication. Quarterly Journal of Speech, 69(2), 143-158.

Cooper, M. (1989). Analyzing public discourse. Prospect Heights, Ill. : Waveland Press.

Eisenberg, E. M. and H. L. Goodall Jr.(1997). Organizational Communication: Balancing Creativity and Constraint ( 2nd edition); New York: St. Martin’s Press.

Carabaña Morales, J. y Lamo de Espinosa Michels de Champourcin, E. (1978). La teoría social del interaccionismo simbólico. Revista Española de Investigaciones Sociológicas, 1, 159-204.

Craig, R.T. (1999). «Communication Theory as a Field» . Communication Theory. 9 (2): 119–161. doi:10.1111/j.1468-2885.1999.tb00355.x.

Farrell, T. B. (1993). Norms of Rhetorical Culture. New Haven: Yale University Press.

Littlejohn, S. W., y Foss, K. A. (2011). Theories of Human Communication (10th ed. ). Long Grove, IL: Waveland.

López Eire, A.  (2005). La naturaleza retórica del lenguaje. Revista de Retórica y Teoría de la Comunicación. 8/9 Salamanca: Recuperado de: https://gredos.usal.es/bitstream/handle/10366/55533/FALE_Logo_08.pdf?sequence=1

Quigley, B. L. (1998). “Identification” as a Key Term in Kenneth Burke’s Rhetorical Theory. American Communication Journal, 1(3), (pp. 1-5).

Taylor, J.R. y Van Every, E. (2011).The Situated Organization. Case Studies in the Pragmatics of Communication Research. London, New York: Routledge.

 

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