En el marco de una guerra que estremece al mundo se cumplen 40 años de un conflicto que tuvo lugar allá por el otoño boreal del año 1982, duró apenas 74 días, se cobró la vida de 649 soldados Argentinos y de 255 soldados ingleses, y más importante, las diferencias derivaron de un problema colonial aún no resuelto: Para Argentina significaba una justa causa, la recuperación de un territorio que había sido usurpado por los británicos en 1833, y para el Reino Unido, una invasión ilegítima que fue el argumento que terminó primando en el concierto internacional.
Un rasgo no menor de esta crisis internacional es que tuvo lugar en un lugar muy lejano y remoto, lo que implicó que ni la población argentina, ni la del Reino Unido experimentaran la destrucción causada por la guerra–en ambos países el principal contacto estuvo dado por la información transmitida por los medios de comunicación. En el caso de la dictadura argentina como los medios estaban bajo control gubernamental y el aparato de propaganda ya estaba montado, éstos presentaron una visión optimista de los acontecimientos. Su contraparte, el Reino Unido, una democracia en tiempos de crisis también recurrió a prácticas de manipulación informativa. Un viejo axioma militar sigue en pie: en tiempos de guerra los intereses de los militares y de la prensa son irreconciliables: secreto vs. difusión.
¿Invasión o recuperación en el confín del mundo?
En ambos lados, se trató de un aprovechamiento político militar que tanto la dictadura argentina como el gobierno británico hicieron del conflicto. Para Argentina, podía llegar a dar sentido a un frustrado destino, en tanto que el Reino Unido, alimentaba un sentimiento de «nostalgia de poder». Borges irónicamente se refirió a esta invasión o recuperación, según los ojos desde dónde se la mire, como la de “dos pelados peleando por un peine”.
En 1982, la Argentina estaba gobernada por una dictadura bajo el mando del teniente general Leopoldo F. Galtieri, mientras en el Reino Unido, el cargo de primera ministro lo ocupaba Margaret Thatcher, que con su decisión implacable de enviar la flota al Atlántico Sur, se forjó la figura de «la dama de hierro». Ambos estaban perdiendo popularidad en el frente de la opinión pública de sus respectivos países.
En los noventa, con una beca Fulbright, en Boston, decidí ir a fondo e investigar el fenómeno desde la óptica de la comunicación. Escribí: Los numerosos intentos de la Junta de afectar las percepciones de la población a través de recursos informativos fueron exitosos en gran medida hasta la rendición, en parte porque controlaban por amenaza y coerción, y en parte porque la censura de una gran franja de la realidad argentina no permitía que la población pudiera verificarla. Sin embargo, en el caso de las Malvinas, la derrota no podía ser ocultada cuando se conoció la noticia de la derrota. A pesar de los intentos de último momento de controlar la evidencia evitando en contacto de la prensa con los soldados que regresaron del frente de batalla.
The Argentine Governments management of expectations during the Malvinas/Falklands crisis,1982
Errores de cálculos (mayúsculos)
Sí hubieron errores de cálculo; sí, los medios además exacerbaron un tono de victoria; pero también, es verdad que ciertas características culturales de los argentinos predispusieron una susceptibilidad que el gobierno militar podía y de hecho supo explotar.
Los medios no pueden ser vistos como la única causa que influenció la percepción pública de los acontecimientos. Es necesario considerar que las variables mediáticas manipuladas durante la crisis estaban estrechamente entrelazadas con otras variables de la cultura política argentina, a saber: 1) una estructura social autoritaria inculcada a través de una estructura familiar y educación paternalista que socializó a los individuos en la creencia que las Malvinas son legítimamente argentinas; lo que los hacía más proclives a aceptar soluciones mesiánicas y la posición gubernamental; 2) una tradición política autoritaria atestiguada por el hecho que desde el primer golpe militar en 1930 ningún presidente democrático había traspasado el poder a otro; otro rasgo de esta cultura paternalista son los liderazgos personalistas. Si bien, Galtieri carecía del magnetismo de otros líderes, abrazó una causa nacionalista para mantener su respaldo político; 3) el mito de la grandeza nunca alcanzada alude a la brecha entre la realidad argentina y las expectativas sobre el lugar que el país debiera ocupar en el concierto de las naciones; y por último, 4) la politización de los medios.
https://barresi.com.ar/wp-content/uploads/2017/05/La-guerra-de-Malvinas.pdf
El primer período de la gesta de la desinformación estuvo caracterizado por intensos esfuerzos multilaterales dentro del marco de las Naciones Unidas y bilaterales con los Estados Unidos. La narrativa giró alrededor de la recuperación de las islas, subrayando como argumento que fueron usurpadas en 1833. El 2 de abril, las radios comenzaron a leer el comunicado que informó: «La Junta Militar, como Órgano Supremo del Estado comunica al pueblo de la Nación Argentina que hoy a las 07.00, la República, por intermedio de sus Fuerzas Armadas, mediante la concreción exitosa de una operación conjunta ha recuperado las islas Malvinas y Sandwich del Sur para el patrimonio nacional».
En toda la Argentina se alzó un clima de triunfalismo poco común.
Segundo período, entre el 1ero y el 21 de mayo, de 1982, el inminente desembarco en San Carlos, marcado por la iniciación de las operaciones militares. Las fuerzas británicas hundieron el crucero Gral. Belgrano fuera de la zona de exclusión, seguido de la destrucción del HSM Shefield por las fuerzas argentinas.
En la tercera etapa, después que la armada del Reino Unido desembarcó en San Carlos, el Estado Mayor Conjunto no admitió la gravedad del hecho.
En los días finales, el orquestado esfuerzo de control de información colapsó cuando la derrota era ya inocultable. Jeremy Moore, el oficial británico, y Mario Benjamín Menéndez, firmaron el alto al fuego. Cuando Menéndez, gobernador de las Islas Malvinas, informó al general Galtieri que una resistencia en Puerto Argentino, significaría una matanza total. Galtieri le ordenó: «Vea general, reúna todas las fuerzas que le quedan y contraataque». Afortunadamente, desobedeció y se rindió, evitando así mayores pérdidas de vidas.
La noticia de la derrota, de esta guerra absurda provocó otro giro en la opinión pública: de la condena a la dictadura el 30 de marzo, a la adhesión al desembarco para respaldar una causa valorada, que se convirtió en rebelión el 14 de junio de 1982. Este rechazo resultó en algo favorable, el gobierno de facto hizo un llamado a elecciones, y en 1983 vino el regreso a la democracia con el presidente el Raúl Alfonsín. Nuestra democracia se ha revitalizado (el partido de alternancia ya no son los gobiernos de facto). Aunque pasados 40 años de la guerra la crisis económica y social del país continúa.
En este 40º aniversario me pregunto: ¿Habrá algún punto en común entre los liderazgos de Zelenski y Galtieri? En tanto, que el general Galtieri comandaba la guerra desde Buenos Aires, y ordenaba continuar aún cuando ésta estaba pérdida, cuando al presidente ucranio Volodimir Zelensky le ofrecieron el exilio este replicó «No necesito un viaje, necesito más municiones”.
Prohibido Olvidar. Una herida que sigue abierta.
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REFERENCIAS
https://elpais.com/elpais/2020/10/08/eps/1602144739_814322.html
https://www.clarin.com/politica/afirman-margaret-thatcher-mando-guerra-malvinas-barcos-31-armas-nucleares_0_3TBRRyfBQ.html
https://www.infobae.com/sociedad/2021/10/10/cuando-thatcher-decidio-enviar-la-flota-a-malvinas-y-la-advertencia-de-reagan-a-galtieri-ella-contestara-con-mas-fuerza/
https://elpais.com/internacional/2017/08/09/argentina/1502303960_198526.html